miércoles, 23 de febrero de 2011

Tango

Una noche, durante mi viaje a la hermosa Buenos Aires, mi ciudad de ensueño, caminaba junto a un caballero porteño a quién conocía recientemente, apreciando las bellezas escondidas que solo esta ciudad posee en el mundo, disfrutando de una hermosa luna y una bóveda totalmente llena de estrellas.

Él había prometido cumplir uno de mis mayores sueños, enseñarme a bailar tango. Por supuesto, yo no habría podido resistirme en forma alguna ante semejante tentación, y es que desde la primera vez que vi a una pareja bailarlo, me había enamorado de aquella melodía, de ese ritmo y su compás.

Caminamos desde el hotel donde yo me hospedaba en la vecindad de Riachuelo hasta el lugar, que se encontraba a unas cuadras de distancia. Tomé su brazo, él sonrió y enfilamos directamente a dónde el había prometido una noche inolvidable.
Atravesar aquellas empedradas calles, limpias ya del trajín cotidiano y mientras un tímido olor a café se filtraba en el aire; yo me moría de curiosidad por saber lo que me esperaba. Apenas unos metros más adelante, en una esquina, se encontraba nuestro destino, un hermoso café-bar llamado Caminito que combinaba un exquisito aire colonial en contraste con acertadas modificaciones propias de nuestra época .

Al entrar, mis sentidos quedaron maravillados con aquel descubrimiento. Luces tenues, un par de mesas para dos y una pista de baile amplia no fue lo único que me impresionó. De aquí provenía el aroma a café, en combinación con una delicada fragancia a rosas, por cierto, me obsequiaron una preciosa rosa roja con la que adorné el moño que me había hecho esa noche. Me quité el abrigo que cubría mi vestido azul intenso y entramos.

Nos sentamos en una mesa algo alejada de la pista, manteles blancos y sillas de terciopelo rojo. Y cuando creí que las sorpresas habían terminado, me encontré degustando un fino vino tinto y escuchando La Cumparsita, del recordado Gardel.
-¿Estás preparada? –preguntó él galantemente.
-El tango ya empieza a filtrarse por todo mi cuerpo, si estoy preparada.
-Ven conmigo –dijo mientras me indicaba por dónde ir.

Caminamos agarrados de la mano hasta la pista donde solo habría dos o tres parejas más, ocupados cada quién en lo suyo. Él me empujó suavemente sin soltarme, dando una vuelta, para luego acercarme a él.
-El tango es un ritmo especial, capaz de hacerte sentir aún si nunca lo has bailado. El tango no se aprende, se siente en el corazón, todo es cuestión de que te relajes y dejes que la música sea la que guíe el próximo movimiento que harás.
-Voy a intentarlo… –dije nerviosa
-No pienses en nada, el instinto te hará comprender que el baile hace que los cuerpos que integran la pareja, se vuelvan uno solo…

Dicho esto, puse mi mano en su hombro, y él dejo que la suya llegara hasta mi cintura, un suspiro y, la melodía fue la que dictó nuestros pasos, las sonrisas y las miradas de complicidad. Luego el ritmo bajó y nos dejó que nos acercáramos aún más. Podía sentir la energía que procedía de su ser, su respiración acalorada y su aliento a menta.

En un instante la melodía volvió a acelerarse, obligándonos a separarnos como dos imanes que se repelen entre sí, un par de vueltas y levantamientos de piernas; definitivamente un derroche de energía. Al final, la melodía terminó en seco y quedamos en un apasionado momento de novela, con sus labios apenas… a centímetros de los míos.

En ese momento comprendí el significado de dejar fluir los instintos, dejé que mis labios se aproximaran un poco más y pude volver a sentir el aliento a menta… la siguiente canción nos hizo reaccionar, y alejarnos el uno del otro casi con violencia; era un ritmo más contemporáneo, de Gotan Project, creo.

Con más furor que nunca recorrimos la pista, que justamente había quedado libre solo para nosotros dos. El contacto con aquel guapo caballero, lograba estremecer hasta mi alma, jamás había sentido aquella sensación de fuego que provenía del interior de ambos.

Un par de melodías después, estábamos agotados, pero exultantes y es que no importa si se trata del más viejo y conocido de los tangos, o si se trata de una particular mezcla de tango y otros ritmos electrónicos, el efecto narcótico es el mismo… el tango corre por la sangre haciéndote olvidar el mundo completo, pero al mismo tiempo te permite una confianza inexplicable con quién bailas.

Salíamos ya, apenas faltaban unas horas para el amanecer… La magia de este rincón, la magia de La Boca, había hecho de ésta, la noche más especial que jamás pudiera esperar. Caminamos un par de pasos cuándo…
-Un momento, esta canción si la conozco –dije con sorpresa –se llama Época.
-No acomodes tu abrigo –pidió él, me lo quitó y lo puso en una banca cercana.


Sin darme cuenta, me encontré bailando otra vez, pero ahora como en las películas, en la calle empedrada, con el mundo girando alrededor sin importar nada. Pero esta vez ambos dejamos nuestros instintos fluir… dejo eso a vuestra imaginación.

5 comentarios:

  1. wowwwww!Cuanta pasión......Sólo tres palabras: excelso, exquisito,apasionante... Donde consigo un muso así...

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  2. Concuerdo con tu comentario Tita, es increíble el efecto, la emoción, el sentimiento, bueno en fin todo salio de la manera mas perfecta que puede ser. Creatividad para nosotros no falta. Una excelente nota, no me gusto, ¡¡¡ME ENCANTO!!!

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  3. Wow .. la imagen lo dice todo jejeje..!

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