jueves, 24 de marzo de 2011

Momentos de sencilla felicidad

Sentada aquí frente a mi computadora, converso con alguien que a pesar de la distancia física que nos separa esta noche, me doy cuenta de la semejanza de puntos de vista en cuanto a la búsqueda de felicidad en la vida se refiere. Platicando acerca del tema, se me vino a la mente uno de esos momentos, el cuál describiré a continuación.

Si he de ser sincera, nunca me han gustado los grandes aguaceros propios de ciertas épocas del año, en especial si no quiero mojarme, aún así, me alegra pensar en que entre más copiosa es la lluvia, más bello será el arco iris después de que esta cese. 

Esa mañana había amanecido lloviendo con bastante fuerza, recuerdo que en la agitación de llegar a tiempo a mi clase de las 6.30 a.m. detesté tener que ir sorteando charco tras charco no solo para evitar mojarme, sino también  por el peligro de caer en algún  agujero del sistema que registra el paso del agua potable hacia las viviendas de esa calle, muchos de los cuales se encuentran sin la debida tapadera. Me resultaba bastante molesto y creí que hasta podría llegar tarde a mi destino si no me daba prisa. Poco tiempo después, las nubes dieron paso a un hermoso y limpio cielo celeste surcado por los radiantes rayos de sol.
Cuando venía caminando de regreso a casa, los charcos habían desaparecido casi por completo y de hecho hasta soplaba una agradable brisa, de esas que han de agradar como compañía por que silban cuando pasan junto a ti. Caminaba junto al parque y mientras me aproximaba a uno de esos agujeros antes mencionados, una pequeña paloma aterrizó de lo que imagino que había sido un vuelo exhausto en contra del viento y se acercó despacio hacia el agujero aún inundado de la lluvia de unas horas antes. Me dio compasión aquel pequeño animalito y creí que era mejor no asustarlo así que disminuí la velocidad de mis pasos, cual fue mi sorpresa al ver que aquel hoyo inundado que había maldecido un par de horas antes por que representaba un posible daño para mí, ahora servía como oasis al pajarito, el cual luego de un par de sorbos, decidió utilizarlo como un "jacuzzi" a su medida y tomar un refrescante baño sin importarle absolutamente nada del mundo a su alrededor.

Vivo en una zona donde abunda fauna poco común y muchas veces tengo oportunidad de encontrarme con un par de alegres ardillas que juegan y corren sobre el alambrado público o alrededor de los arboles. Casualmente ese día también tuve la oportunidad de encontrarme con una... tengo la sensación de que este otro animalito también percibió lo mismo que yo sobre el pájaro, por que estoy segura que en medio de sus juegos y carreras, se detuvo una fracción de segundos a observar el momento de calma del pajarito, antes de seguir en "su mundo"

Moraleja de ese día: La naturaleza es sencillamente tan perfecta que me dio ese momento para reflexionar acerca de lo que tal vez para mí no es importante, e incluso es molesto, es fuente de vida y satisfacción para otros seres vivos. También me di cuenta que lo que hizo feliz al pajarito en ese momento fue el agua, no las condiciones ni la presentación del objeto que la contenía... no importan los adornos y lujos de esta vida, si no somos capaces de encontrar la esencia de los elementos más simples que nos harán ser más felices.

3 comentarios:

  1. que conmovedor, estas cosas así cambian tu parecer de la vida. Un simple acto de nosotros y de otras personas puede cambiar la perspectiva de muchos. Este pajarito me impresiono, es increíble que siempre estemos pensando solo en nosotros,pero siempre hay alguien que se encarga de demostrarnos que el mundo no solo es para nosotros.

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  2. Bonito artículo. Me hizo pensar en Penélope, que le gusta el sol y yo cierro las ventanas por el calor cuando hay mucho sol por las mañanas. Hasta que un día me fijé que a ella le gusta asolearse, así que soy generosa y le abro una ventana.

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