Faltan unos minutos para la media noche según el reloj que acabo de quitar de mi muñeca. Estoy en la cómoda oscuridad de mi habitación, sentada junto a la ventana, frente a la pc donde suena una de mis canciones favoritas de Ricardo Arjona. Bar.
Espero algún día tener la voluntad de expresar las emociones que tanto melodía como letras suelen producir en mi alma. Pero no esta noche, por favor.
Allá afuera, en la delicada oscuridad con que la noche envuelve cada árbol, cada faro y cada casa, me permito apartar la mirada de lo que escribo para observar el firmamento, que estrellado de pequeños y hermosos luceros, me invita a pensar en ti, a susurrarle al viento lo mucho que te quiero con la esperanza que talvez, el considere ser mi aliado, al menos esta noche y llevar entre sus alas mis palabras hasta el lecho donde duermes plácidamente y deje mi recado sobre tu almohada… solo para que pienses en mí.
Si el viento se convierte en mi aliado, aprovecharé mi suerte y pediré solo un favor más. Un último recado y no vuelvo a importunarlo. Desde hace poco soy consiente que teniéndote lejos de mí, son pocas cosas las que podemos compartir, pero eso no importa. Nos queda una cosa más, algo que solo compartiría contigo, por que sabes comprender el significado de tal idea. No importa cuán lejos nos encontremos, siempre compartiremos el mismo cielo, podremos ver las estrellas. Si alguna vez piensas en mí, acércate a la ventana y obsérvalas. Sé que sonreirás al saber que probablemente yo me encuentro haciendo lo mismo, mientras pienso en ti. Las estrellas siempre serán nuestras, no lo olvides.
Las estrellas juegan a las escondidillas, tras las sombrías nubecitas que divagan por todo el firmamento, amenazando con una refrescante lluvia de madrugada. Pero para mi desconsuelo… eso devuelve mis pensamientos a la realidad, a admitir con certeza lo mucho que te extraño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario